domingo, 11 de diciembre de 2011

Mi madre siempre me dijo que yo vivía en una burbuja. No una burbuja real, claro está, sino en una que me aislaba del mundo. Y yo siempre le recriminé que había sido ella la que me había encerrado dentro. La verdad es que en algunos momentos me gustaría sentirme más protegida, ciertamente como si nada ni nadie pudiese hacerme daño. Luego llega el momento en el que sabes que esto no será jamás así. Cuando tienes dos años, el que te hiere (sicológicamente) es el monstruo de debajo de la cama. A los cinco, la niña del colegio que te tira del pelo. A los ocho, el chico que te da con el balón de futbol. A los doce, la profesora que te hace la vida imposible. Entre los catorce y los dieciseis, no falta el primer amor que acaba en tragedia.

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